lunes, 11 de abril de 2011

.::Bus::.

Lo viajes en autobús, viajes musicales.

Creo que es un error común irritarse de la música que a uno lo rodea (asunto un poco más común en músicos). En el Chups los ataques de reggaetón, bachata y techno pueden volver loco a cualquiera que realmente aprecia y sabe lo que le gusta de la música y lo que regularmente es algo que uno no prefiere. Ahí estoy trabajando y en sí dentro de todas las cosas que uno tiene que tolerar está eso. En el viaje en bus el problema no es precisamente la música que pongan, las cumbias, la salsa (tan complicada -no es sarcasmo-) el duranguense y demás fuera de lo que me provoque esa música es el volumen. El volumen que pasa de los ruidos ambientales, de los ruidos del camión y el tráfico, rebasa mis pensamientos más fuertes y vencen a los audífonos. Lo terrible es el volumen, cómo puede uno quejarse con el conductor respecto a eso? Su tiempo al volante me hace pensar que es lo que provoca la mayor parte de su agresividad hacia la gente que viaja con ellos y quien está fuera, cómo pedir que tan solo bajen el volumen? Es temor, cómo el del taxista-enemigo que suelo ver en las tardes en Isidro Fabela, no tengo nada en contra de su trabajo y mucho menos contra su música (el que no me guste no me pone en contra de ellos), pero solo una cuestión de volumen, un poco menos de volumen para no escuchar el güiro interrumpir mis pensamientos o solo un poco menos del teclado duranguense tocar sus grandes pasajes, solo un poco menos de volumen. Porqué llevar el celular en altavoz para escuchar a Don Omar y a W y Y jajaja, es un comentario pero me parece que interfiere mucho, tener gustos es bueno, obligar a la gente a escucharlos irremediablemente en el transporte o calle llevando teléfonos con música y sonido distorsionado por la capacidad de la bocina y teléfono, es solo para ser más considerados.

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